Islas San Juan, WA, Estados Unidoas. Playas, Paisajes y algo más.
No sé cómo sucedió. A veces considero que algo más grande cuida de mí y me guía. En mi adolescencia hubiese sido la persona que pasaba sus fines de semana encerrada mirando películas. Pero de alguna forma, el grupo de amigos que me llevó a tener esta experiencia, era inquieto y me arrastraba a aventuras que sé que sin ellos no hubiese podido descubrir.
“Vamos a acampar el fin de semana a una isla?” Llegó como asunto en un mail un día de trabajo. De repente los copiados en el correo comenzaron a responder organizando todo lo necesario, y yo apoye la apuesta con mi respuesta afirmativa.
Las tareas se distribuyeron entre los 4 que íbamos a escaparnos el fin de semana. Las dos mujeres por supuesto, quedamos a cargo de la comida…
“El viernes luego del trabajo, nos subimos al auto y nos vamos”. Eran las 3pm, y tenía a uno de los chicos esperándome en el piso de abajo del edificio donde trabajábamos, por chat no me dejaba de pedir que vaya, quería que lo ayude a cargar las camas de dormir, carpas y todo lo que había conseguido para irnos. Baje con mi mochila con algo de ropa y todas las ganas de pasar un gran fin de semana. En planta baja estaba esperándonos mi compañera que llamaba al chofer y dueño de la idea que no aparecía. ¿Nos había dejado? ¿Se había olvidado? 15 minutos más tarde, aparece el polaco que hablaba español en su auto para llevarnos. Comenzamos el gran fin de semana, con horario, agenda y muchas tildes a marcar en un listado de lugares a visitar que había armado uno de nosotros.
Debíamos llegar al límite del estado (Port Angeles) antes de las 21 horas para poder meter el auto en el ferry y cruzar hacia las Islas San Juan. El atraso del chofer hizo que vayamos en ruta contra el tiempo, discutiendo que no íbamos a llegar y por supuesto que faltaba comprar una que otra cosa para pasar el fin de semana perdidos en la nada.
Al llegar… preguntando cada uno en el idioma símil al inglés que armábamos entre polacos, rumanos y español. Nos dijeron, “acabaron de perder el ferry, el próximo sale en 2:30 horas”. Algunos se enojaron, otros simplemente querían dormir en el auto, sin embargo, el guardia sumó una pequeña frase a la mala noticia “pueden esperar en la playita que tienen aquí a 50 metros”.
Alguien dijo playa!?! Fuimos corriendo y efectivamente, en medio de la oscuridad, había una playa hermosa que rodeaba la salida de los ferris. El tiempo era suficiente para armar un lindo fuego y por supuesto una pequeña fogata. Camino al lugar habíamos visto un supermercado del cual teníamos tarjeta de descuento, fuimos lo antes posible a comprar lo que nos faltaba y regresamos para lo que fue el intento de una barbacoa.
Dos hombres y una mujer, mientras yo sacaba fotos del momento (si, la única Argentina quería ver cómo dos rumanos y un polaco armaban una fogata). Dos horas después, no hubo fuego, mientras los varones se echaban la culpa, las mujeres decidimos armar un par de sándwiches para no morir en el intento de cena.
Partimos luego en ferry hacia las islas San Juan. Al llegar nos tocaba buscar donde acampar, teníamos dos posibles campings en un mapa y nos dirigimos, al llegar, simplemente había una señal de campamento y muchas personas ya durmiendo por el horario de madrugada. Al armar la carpa en medio de la oscuridad, comenzamos a sentir ruido entre los arbustos, las mujeres por supuesto nos asustamos y los chicos se nos burlaban. Luego de armar la carpa, nos sentamos a mirar el paisaje, cosa que no habíamos hecho por preocuparnos de armar lo necesario para poder pasar la noche.
Pero al mirar, nos percatamos que estábamos casi al límite norte del mundo. Las estrellas en el cielo oscuro parecían estar a metros de distancia, la luna y el ruido de la naturaleza, hizo que ese paisaje pareciera de postal. Nos quedamos en silencio, admirando el momento, disfrutando estar juntos ahí, viviendo la vida. Eso fue hasta que dormimos y casi nos morimos de hipotermia pero valió la pena.
Al despertar, fuimos en busca de un baño, subimos una colina que había donde personas nos indicaron que encontraríamos baños. Al llegar arriba, nos percatamos que estábamos al borde de la isla, nos rodeaba un mar azul que habíamos escuchado la noche anterior pero imaginamos que se encontraba mucho más lejos de nosotros. Un banco rojo armaba la fotografía perfecta con el mar azul y el césped verde. Dos árboles acompañando al banco como cuidando un lugar donde mágicos momentos pasasen. Compartimos risas y anécdotas, mientras nos preparábamos para partir del lugar.
Habíamos leído que en la isla existía un faro (Lime Kiln Point State Park), desde el cual se podía ver orcas, estábamos con tiempo contado por lo levantamos campamento y partimos. Estábamos tan felices por los momentos que habíamos pasado que no importaba lo que pasaba alrededor o en el resto del mundo. Era bello todo lo que mirábamos, y cada segundo valía la pena.
Al llegar al faro, consultamos si podíamos prender fuego a los encargados. Ante su afirmación las chef armamos lo necesario y compartimos lo que para mí fue una de las mejores comidas de mi vida. Hoy no sé si fue el hambre, la compañía o la vista. No vimos orcas ese día, pero sentarnos allí durante horas, riéndonos uno de otros y sacándonos fotografías que justificarían la desaparición de todos, fue impagable. Encontramos por allí un soldado salido de un cuento de guerra (San Juan Island National Historical Park) que nos invitó a subir una montaña que nos mostraría la belleza del lugar. Vaya ironía, nosotros ya estábamos asombrados… qué más nos esperaba.
| La segunda noche de recuerdos en la isla, fué en otro campamento al cual llegamos de noche, en la oscuridad buscamos ramas para armar una fogata y comer unos malvaviscos mientras contabamos historias. En la vida existen momentos en donde la risa te hace pensar que es imposible mayor felicidad. Este fué uno de esos momentos. Ocultos en un bosque en donde encontramos un cartel de cuidado con los osos, con mis grandes amigos, acampamos… |
Nos despedimos de esa isla de orcas, focas y playas para volver a casa. Esta vez en el ferry mirando la puesta de sol, tomando mate argentino y contando y recordando las anécdotas del viaje.
Lo que continuaba del día era bastante complicado, sobre todo por la noche que habiamos pasado de desvelada acompañada de risas y anécdotas. No habiamos percatado que aún nos esperaba una última escalada. El Olimpic National Park. Algo particular es esta escalada, por que en el camino logramos ver desde venados hasta un paisaje de flores con nieves mezclados como si no existiese reglas de naturaleza para que ambos pudieran convivir juntos. Les pido que admiren esta foto que ven a continuación, y se pregunten por qué razón parte de la montaña es gris y parte verde, y cómo puede existir parte de nieve acompañada de un pequeño charco de agua. Similares de belleza logramos experimentar en el camino.
Nieve, flores, risas y amigos, qué más se puede pedir?
Un fin de semana que jamás olvidaré. Vale la pena perderse en este mundo los fines de semana…

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