Cantidad de aventuras he vivido en este viaje, que me han dejado variedad de experiencias y anécdotas para mi libro. Italia fué un país bastante difícil, quizás por que Hollywood hizo que idealizara las ciudades y monumentos topandome con una realidad completamente diferente, o por que la situación sociopolítica del mismo es en estos momentos complicada.
Al igual que en España me resulta difícil comprender que ciudadanos de un país tengan diferencias con otras regiones vecinas pertenecientes a la misma tierra. En el caso de Italia la diferencia que existe entre el Norte y el Sur es muy grande, al punto que logré sentir una insatisfacción enorme con el sur y recuperarme en el norte.
El sur de Italia (y no quisiera generalizar, disculpas si esto ofende a alguien que no se sienta identificado), está ocupado con muchos inmigrantes que hicieron que la vida sea peligrosa, diferentes dialéctos, razgos físicos, hasta culturas mezcladas hacen imposible identificar un italiano en la muchedumbre. En el norte sin embargo, extrañan tiempos pasados en los cuales no pertenecían a Italia, con sus propias costumbres, esperan votaciones de cambio en los próximos meses.
¿Qué es esto que ví en ya dos países de no querer pertenecer a su tierra? Creí que los momentos de guerra en Europa eran recordados en libros de historia, sin embargo me tope con una realidad difícil de comprender para alguien tan apasionada por su cultura como yo.
Me explayaré más sobre los detalles de estos tópicos en los siguientes posts por lo pronto les quiero contar algo que hizo que mi visita a Italia me devuelva la fuerza que necesitaba para continuar mi viaje.

Llegando al norte… simplemente caminaba con mis mochilas en búsqueda de los famosos paisajes que uno vió en revistas de turismo. Preguntando a la gente como llegar al corazón de Venecia, me dijeron… “Cruzá el puente”, (como si fuese tan fácil con tanto peso… pero bueno), lo crucé, y me paré a mirar cuando estaba arriba.

El sol, era perfecto, el viento y el sonido lo acompañaban.  De repente estaba dentro de la isla, como por arte de magia, el rio que rodea las casas, los barcos pequeños que transportan personas de un lado al otro. Caminé un poco más hasta que bajé las mochilas para admirar un rato el lugar en el que me encontraba.


Son contados los momentos en que realmente me he dado cuenta lo que estoy haciendo de mi vida, en ese momento, dije: “Wow”, riendome sola como complice de la locura que hice. Caminé entre las calles y me tope con máscaras de todo tamaño, tipo, y colores. Calles sin autos, de repente sentir sonidos de ambulancia y darme cuenta que es también un barco, es como vivir en otra dimensión maravillosa en la cual no existen las ruedas ni bocinas.

Las parejas en el lago compartiendo un paseo (costo 60 euros por lo que no lo hice), soñando a que ese momento hará que su amor sea eterno. Niños con sombreros redondos correr como si fuesen a un carnaval de turno.
Venecia se robó mis ojos en Italia, es simplemente el lugar más bello que he visto en este país.

Desde que comencé mi vida como viajera, de a poco me despegué de todo lo material, de trabajos, de hogar, por una necesidad de humanidad en mi vida. Muchos viajeros que conozco, toman la vida del caracol llevando con si mismos su hogar, en una mochila, en un cuaderno, con ganas de compartir sus historias, experiencias, y ayudar a personas en el camino. Creo que lo veía muy loco en un principio. Ahora veo muy loco el llenarme de placas o dinero en el banco para vivir una vida vacía o de puro trabajo. Los viajeros son personas que eligieron dejar de lado una vida tradicional como todos la conocen, con la intencion de ir conociendo culturas para luego poder compartirla con otras generaciones. Un amigo me dijo una vez, que los viajeros cumplimos la tarea de ser psicologos, amigos, hermanos, hasta payasos en el camino, y hoy comprendo, que tocamos vidas de personas dejando mensajes, puedo decir que he dedicado mi oido a buscar soluciones de problemas, a festejar bendiciones y a simplemente hacer companía.